Viajé a Bruselas para evitar un atentado, tenía reservado una habitación en pleno casco histórico, justo al lado de la plaza. El chico de recepción me saludo, con una sonrisa forzada, y me preguntó en qué podía ayudarme.
—Tengo una reservación, me llamó Alex Reinas— contesté.
—Muy bien Monsieur Reinas— respondió el chico. Revisó la lista y encontró la reserva.
—Lo tenemos aquí. ¿Me puede mostrar su documento de identidad?— preguntó en un tono casi mecánico. Saqué mi pasaporte y se lo tendí.
—Creo que hay una confusión, ¿Es usted el acompañante de Monsieur Reinas?— preguntó el chico con cara de circunstancia.
Caí en cuenta que cometí un error. No sabía que pasaporte le había dado, tenía que averiguar cuál era sin llamar la atención. Me sentía acalorado, las manos me temblaban, y al abrir el maletín todos mis papeles cayeron al suelo. El chico salió de detrás de la mesa a ayudarme, y vio todos mis pasaportes abiertos en la primera página, yo salía sonriendo con todos mis nombres.